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SANTA ADELA Un día desperté y era del Zaidín, desprovisto de rango y de apodos, desprovisto de medallas y de antecedentes, y de la protección de la escolta de piratas que me proporcionara un silbido. Un día desperté y era del Zaidín, y tenía las narices llenas de café en lugar de cocaína, me cago en el copón. Y había pasado una pila de años, pero, de algún extraño modo, eso era irrelevante. Un día desperté y era del Zaidín y estas botas eran mis botas, estos charcos eran mis charcos, estos eran mis bloques, estas eran mis calles, y esta era mi polla. Un día desperté y era del Zaidín, y aún me quedaban cuentas que saldar con mi interior, pero también me quedaban, todavía, palabras en los bolsillos porque seguía vivo. Palabras hermosas e imperfectas como yo. Un día desperté y era del Zaidín, y este tiempo era mi tiempo, y este tranvía era mi tranvía, y nadie conocía el puto reguero de naves quemadas, de puentes destruidos, y

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CANCIÓN DEL NIÑO TRISTE Yo tenía un caballo llamado Atreyu. Yo tenía una espada llamada Viernes. Yo tenía un lobo llamado Amor y una princesa de barro. Yo tenía un castillo lleno de palabras. Yo tenía drogas en el corazón. Yo tenía un cofre que guardaba todas las estrellas y algo de calor. Yo tenía un cielo llamado Mar. Yo tenía un águila llamada Ser. Yo tenía un escudo de cartón que protegía una flor llamada Azahar. Y todo lo perdí, lo quemó un dragón que surgió de debajo de mi piel la noche del jueves aquel... aquella noche infinitamente infernal. Y ahora estoy aquí, sentado en un 33 lleno de personas llenas de tristeza, pensando en que es un puto lunes, en que me duele todo el cuerpo, y en volver a abrazarla algún día.

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JUNIO   La noche tan llena de junio, de gente, de ausencia, de memoria, de amnesia y de letreros luminosos. Tan llena de leyes, de trampas, de tiempo, de gloria, de escoria, de infierno y de santuarios. Tan llena de antaño, de daño, de fuego, de almas, de fracasos, de placer y de antinomias. Tan llena de gritos, de hielo, de ratas, de tratos, de gatos y de otras noches. Tan llena de tetas, de ruido, de anfetas, de excesos, de exbesos y de ríos embovedados. Tan llena de ojos, de estrellas, de guerras, de perros, de divorcios y de lágrimas alcoholizadas.   La noche tan pena y oscura, tan ruda y obscena. Pero si aguantas tan llena de sol.

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RUEDA PARA HÁMSTERES   Otra vez plaza del Humilladero a las siete y a las seis, otra vez las luces del centro y el asfalto sin más, otra vez el puto Paseo del Violón, otra vez alimañas mordisquean mi valor, otra vez rogaría si tuviera a qué, otra vez dadme un garrote y la realidad. Otra vez lo apuesto todo a ver el mundo arder, otra vez calle del Ángel y plaza de la Trinidad, otra vez apuñalo a mi sombra y a correr, otra vez amo a toda la Humanidad, otra vez este intrépido sentir que otra vez se vuelve a suicidar. Otra vez la misma parada de antes y de después, otra vez la chica que me sonríe en el autobús, otra vez fumarme un cigarrillo aquí, otra vez vuelvo a llorar al pensar en ti, otra vez perros ladrando en mi corazón, otra vez llueve y me voy a mojar. Otra vez agotado de tanta mierda y de tanto orín, otra vez delo por hecho, mi capitán, otra vez naufrago en un charco del ayer, otra vez ponme un café para llevar, otra vez buscando la victoria en un
  CANCIÓN DE BAGHEERA / Rudyard Kipling En una jaula comenzó mi vida: bien lo que el hombre vale se me alcanza. ¡Por el cerrojo que rompí…! ¡No fíes, hombre-cachorro, en gente de tu casta! Cuando la luz de las estrellas caces busca la pista recta y no embrollada. Ya sea en tu cubil, ya en cacería, teme al hombre-chacal: su amistad es mala. Si <<vente con nosotros>>, te dijeran, <<que ganarás con ello>>, escucha y calla; si te piden ayuda contra el débil oye en silencio, sin jamás prestarla. Deja la presunción para los monos: mata la pieza, que con esto basta, y no lo cuentes luego. En tu camino no retrocedas, al cazar, por nada. (¡Oh nieblas matinales! Envolvedme, protectoras del ciervo y sus guardianas.) ¡Que el favor de la Selva te acompañe, el del Viento, el del Bosque y el del Agua!   Rudyard Kipling De El libro de la Selva , edición de Editorial Gustavo Gili, Barcelona, traducción de Ramón D. Perés.

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ESTRATEGIA Consiste en llegar al siguiente viernes. Consiste en no soñarte y en no escribirte. Consiste en pensar en todas y cada una de las mujeres del universo para no pensar en ti. Consiste en atravesar Pedro Antonio de noche con vida una vez más. Consiste en olvidar no sólo tu olor, tus caricias, tu coño, tu cumpleaños, sino tu dirección postal y las de tus familiares, y tu número de teléfono y de tu puto DNI. Consiste en comer lo estrictamente necesario, en beber todo lo posible. Consiste en asumir que ya nadie hay a mi lado, que ya nadie me ama. Consiste en darles una paliza a los que dicen que lo importante es amarse a uno mismo. Consiste en decirle a la psicóloga que aún sigo queriéndote. Consiste en soportar a los poetas. Consiste en no gritar demasiado por oscuros callejones inmundos. Consiste en enterrar 8 mil trescientos noventa y 5 días con mis propias manos de uñas mordidas. Consiste en que hubo nueve musas en la antigüeda

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RÍO LARGO   Hoy he de admitir que nuestro río nunca fue muy ancho, ni muy profundo, pero sí muy largo. Solía decirse que en él era muy difícil naufragar, pero yo, lo recuerdas, siempre fui capaz de casi cualquier cosa. Nuestro río no siempre fue un río turbio, un río amargo, un río seco, un río lleno de trastos rotos. Debes saberlo aunque digas que miento. Llegará un día en el que mirarás su cauce y verás pasar todo aquello.  

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CAFÉ En la hermana pequeña de una tórrida tarde con un poco de viento como un vestido que ondea lo justo y necesario con un poco de espanto como quien vuelve en sí al terminar la guerra con un poco de ganas de seguir vivo y refundar la ciudad con un poco de tiempo que perder con un poco de tinta en las muñecas con un poco de fuerza más que nunca y sin un plan de huida.  

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  NUESTRAS ISLAS                                           Gisel. Aunque no lo parezca he venido a quererte, aunque ande torcido y tenga los ojos cansados de mi propia lluvia, y un hondo machetazo en el pecho. Aunque no lo parezca soy feliz a tu lado, aunque fume demasiado, y mi sonrisa a menudo esté enterrada en zahorra y sólo pueda blasfemar. Aunque sea algo extraño frecuentemente imagino que tu niña y mi niño coincidieron a veces, sin llegar nunca a verse, en los parques quizás, o quizás en los puertos. Aunque sea terrible no nos conocimos antes, porque ambos sabemos que habitualmente las vidas prescinden de orden, de lógica, de besos, de justicia.   Aunque sea evidente que aún caigo por el risco como un guirre decrépito, necesito que sepas que siempre seré tu océano, tu balsa, tu isla, tu hermano, tu amigo, tu amor, y el perro más leal de todos a cuantos salvaste la vida con tu pulcra y hermosa existencia.  

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¿Qué comes, poeta, los días que no escribes? ¿Cuántos puñados de letras o de lluvia caben en tu sopa? ¿Qué escribes, poeta, los días que mal comes? ¿Cuántos puñados de lluvia o de letras caben en tu folio? ¿Por qué aún vives, poeta? Si ya nadie ama nada, si ya no existe invierno. ¿Cómo te atreves, poeta, a seguir mirando al destino a los ojos? ¿Cómo osas, miserable, a seguir intentándolo?