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RUEDA PARA HÁMSTERES

 

Otra vez plaza del Humilladero a las siete y a las seis,

otra vez las luces del centro y el asfalto sin más,

otra vez el puto Paseo del Violón,

otra vez alimañas mordisquean mi valor,

otra vez rogaría si tuviera a qué,

otra vez dadme un garrote y la realidad.


Otra vez lo apuesto todo a ver el mundo arder,

otra vez calle del Ángel y plaza de la Trinidad,

otra vez apuñalo a mi sombra y a correr,

otra vez amo a toda la Humanidad,

otra vez este intrépido sentir que

otra vez se vuelve a suicidar.


Otra vez la misma parada de antes y de después,

otra vez la chica que me sonríe en el autobús,

otra vez fumarme un cigarrillo aquí,

otra vez vuelvo a llorar al pensar en ti,

otra vez perros ladrando en mi corazón,

otra vez llueve y me voy a mojar.


Otra vez agotado de tanta mierda y de tanto orín,

otra vez delo por hecho, mi capitán,

otra vez naufrago en un charco del ayer,

otra vez ponme un café para llevar,

otra vez buscando la victoria en un papel,

otra vez si yo hubiese escrito esa canción.


Otra vez la alegría que cacé rompió la jaula y voló,

otra vez la Luna es una roca y me da igual,

otra vez seguro que puedo ser un cabrón mejor,

otra vez sólo puedo asegurar que la muerte está al final,

otra vez si desearas que trepara a tu balcón

                                      [de debajo de tu cuello adoraría

otra vez existir.

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SÁBADO   Fumando en el césped de Fuentenueva pensando en nuestra historia, en los días que faltan para ir a terapia, en escribir poemas, en Schopenhauer, y en la importancia de los pájaros, que dan pequeños saltos a mi alrededor, y me miran como si fuese un hombre limpio, como tú me miraste algún día.  

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RÍO LARGO   Hoy he de admitir que nuestro río nunca fue muy ancho, ni muy profundo, pero sí muy largo. Solía decirse que en él era muy difícil naufragar, pero yo, lo recuerdas, siempre fui capaz de casi cualquier cosa. Nuestro río no siempre fue un río turbio, un río amargo, un río seco, un río lleno de trastos rotos. Debes saberlo aunque digas que miento. Llegará un día en el que mirarás su cauce y verás pasar todo aquello.  

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HASTA QUE LOS PERROS ME ENSEÑARON A CAZAR   Disculpa que lo deje todo a medias, pero los perros han marcado un rastro y lo he seguido, y encontré un verso, y me he rendido, me he dicho: No puedo seguir más de esta manera, sin mí, sin ti, sin nada de todo aquello hermoso que hay, ni de todo aquello hermoso que fui . Disculpa que lo embarre todo a mi paso; No fue sencillo, tuve que adentrarme por los cauces de los barrancos y por arroyos turbios, tuve que escalar despeñaderos y arrastrarme entre zarzales, tuve que matar esqueletos y chatarra con mis propias manos, tuve que demoler pueblos con esta puta cabeza. No siempre fue agradable, demasiado a menudo careció de sentido, carecí de lluvia, de fe o de esperanza. Demasiado tiempo extraviado el instinto, demasiados kilómetros con las botas puestas, el viento en contra y el puñal por si acaso, para nada. Disculpa toda esta sangre en mi ropa, toda esta mueca de espanto, toda esta demencia: